martes, 4 de mayo de 2010
Es que a veces no se puede escapar
Tengo horas, días, semanas, huyéndole a Alejo y a su manía de buscarme, pero ahora descansa a mi lado mientras me dedico a escribir.
Esta mañana Carlitos -el indigente de la cuadra-, reconoció en esa masa de pelos y sangre al gato vagabundo amigo de la doctora Marina y lo llevó al veterinario a ver si lo salvaban.
Ante un acto tal de amor no me queda más que claudicar ante mis recuerdos y terminar de abrirle mi corazón a este gato chiquito y con manchas como de vaca.
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