martes, 20 de julio de 2010

Cuál era la fruta favorita de Shakespeare?


El día comenzó con un SMS de mi amigo el que vive en la Av. Las Acacias. Decía. "Qué fruta te comerías conmigo? Mango: amantes. Piña: sólo amigos. Fresa: una aventura. Pera: algo intenso. Limón: sólo sexo. Melocotón: algo bonito... Después de reirme mucho, y con la claridad que entre nosotros nada, se me ocurrió hacerle forward a ..., y ahora estoy, nerviosa, esperando a que me llame a exigirme una respuesta (la suya, "contigo todas las frutas, mi amor").

Yo sólo sé que quiero una ensalada de frutas frescas, con granola y yogurt. Con quién compartirla? Esa sí que es una historia en pleno desarrollo, pues como dijo el Willy:

Que para la unión de las almas sinceras yo no admita impedimentos.
El amor no es amor si se altera al enfrentar la alteración,
o flaquea cuando el que parte se aleja:
¡Oh, no! Es un faro siempre en pie,
que ve pasar las tempestades y nunca es derribado;
es la estrella para el navío a la deriva,
de valor incalculable, aunque se mida su altura.
El amor no es juguete del tiempo, aunque el carmín de labios y mejillas
caiga bajo el golpe de su guadaña;
el amor no se altera con sus cortas horas y semanas,
sino que todo lo soporta hasta el final de los tiempos.
Si estoy errado, y que eso se pruebe,
yo nunca he escrito, ni ningún hombre ha amado.



Imagen: Herbert Portillo Galán
Texto en itálicas: William Shakespeare, Soneto 116

sábado, 17 de julio de 2010

¡Me están googleando!

Mi amiga la psicológa dice que los hombres son más inteligentes que lo que uno piensa, sólo que se hacen los locos. El de esta historia hasta tiene un conocimiento decente del uso del Web 2.0: ya me pidió como amiga en el Facebook, me sigue en Twitter e, incluso, sospecho que estoy a punto de aparecer como un ítem importante en el Google Trends.

Pero no se asusten, ni se preocupen los más preocupones. No estoy metida en una historia de amor esquizoide; resulta que estoy tratando de conseguir una entrevista con un Súper Chivo Chavista para una revista y se ve que el SpChCh me está averiguando la vida antes de tomar una decisión.

No se imaginan mi nivel de preocupación y estrés: ¿Qué pesará más en mi expediente? Que soy hija de militar; los 12 años en colegio de monjas; el postgrado gringo; mis artículos para las revistas de la oligarquía; mi aficion a los mojitos cubanos,al mentol chino y a los alfajores argentinos (eso pesa!). Claro, no hay que olvidar mi amistad con los vecinos chavistas, que sigo a @chavezcandanga, mi mini-laptop roja ensamblada en Venezuela, el que nunca digo "esta boca es mía" en el Facebook o me niego a apoyar las páginas de fans donde le nombran la madre al Presi.

Por si acaso y conocen al SpChCh díganle que existen varias Marina Escobar famosas en la historia, no sea que se confunda y se asuste: una beata española en el Oviedo del siglo XVI; Luz Marina, la hermana de Pablo Escobar y yo. Que mejor me busque por los tags adecuados (periodista, venezuela, etc.) y que en Flickr.com y en SinFlash.com hay unas fotos mías bien chéveres. Espero que mi Súper Chivo Chavista sepa googlearme bien… Mientras tanto, me dedicaré a actualizar mis fotos del Facebook y poner esas donde salgo bien bonita… ¡Es que uno nunca sabe por dónde salta la liebre!

PD. No me linkeen ni pongan esto en twitter o ¡zuácata, adiós entrevista!

lunes, 12 de julio de 2010

Mis sueños y los de otros

Los sueños son una vaina seria, !y el subconsciente también! Que lo diga el pana que vive en la Av. Las Acacias, justo detrás de mi casa, y que en estos días llamó para contarme que tuvo una pesadilla: iba conduciendo una camioneta, agarró un atajo y se encontró con unos tipos bien malos que querían matarlo. Estaba asustadísimo el pana, y decía que lo peor del sueño era que no podía despertarse por más que lo intentaba.

Por fortuna andaba yo en una buseta rumbo a la Universidad, así que pude ponerme mi traje de psicoanalista tramposa y, aprovechando mi conocimiento de su vida actual, le pregunté que qué atajos estaba tomando en su vida que lo tenían tan angustiado. Para mi estaba claro como el agua, pero a él le costó como cinco minutos de dar vueltas sobre su nariz para admitir que para sanar el corazón no hay nada peor que meterse de cabeza en una nueva relación. Que eso de andar utilizando a la gente no es muy sano y mucho menos enamorarse a juro…

- Atajos… hummm….

Inmediatamente me hizo recordar mis propios sueños, y cuántas veces me he hecho la loca para no ver los atajos en que me estoy metiendo. Esas historias en brillantes colores –sí, sueño en colores– que de repente se cuelan en la noche para decirme qué está pasando y mostrarme lo que no quiero ver.

Los que no olvido tienen que ver con el deslave de Vargas. Cuando eso ocurrió (diciembre, 1999), yo estaba viviendo mi propio deslave. En sueños me angustiaba toda la tragedia, oía los gritos, pero no podía ver lo que ocurría a mi alrededor. Sólo recuerdo ese ambiente entre gris y rojo que tanto me mortificaba.

Varios años después, ya con la mar y el corazón más en calma, volví a soñarlo, pero allí estaba yo, inspeccionando el desastre, viendo los edificios que cayeron, el mar que ganó nuevos espacios y allí pude descubrir mi nueva vida: con sus piedras, sus escombros, los edificios que cayeron y los que se mantuvieron en pie. Al final, solo una pequeña bahía, llena de piedritas de colores y el agua mansa para descansar en ella y volver a reír.