martes, 20 de julio de 2010

Cuál era la fruta favorita de Shakespeare?


El día comenzó con un SMS de mi amigo el que vive en la Av. Las Acacias. Decía. "Qué fruta te comerías conmigo? Mango: amantes. Piña: sólo amigos. Fresa: una aventura. Pera: algo intenso. Limón: sólo sexo. Melocotón: algo bonito... Después de reirme mucho, y con la claridad que entre nosotros nada, se me ocurrió hacerle forward a ..., y ahora estoy, nerviosa, esperando a que me llame a exigirme una respuesta (la suya, "contigo todas las frutas, mi amor").

Yo sólo sé que quiero una ensalada de frutas frescas, con granola y yogurt. Con quién compartirla? Esa sí que es una historia en pleno desarrollo, pues como dijo el Willy:

Que para la unión de las almas sinceras yo no admita impedimentos.
El amor no es amor si se altera al enfrentar la alteración,
o flaquea cuando el que parte se aleja:
¡Oh, no! Es un faro siempre en pie,
que ve pasar las tempestades y nunca es derribado;
es la estrella para el navío a la deriva,
de valor incalculable, aunque se mida su altura.
El amor no es juguete del tiempo, aunque el carmín de labios y mejillas
caiga bajo el golpe de su guadaña;
el amor no se altera con sus cortas horas y semanas,
sino que todo lo soporta hasta el final de los tiempos.
Si estoy errado, y que eso se pruebe,
yo nunca he escrito, ni ningún hombre ha amado.



Imagen: Herbert Portillo Galán
Texto en itálicas: William Shakespeare, Soneto 116

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